Como padres atentos, todos queremos proporcionar a nuestros hijos el entorno más sano y seguro. Desde los alimentos que comen y los cosméticos que les ponemos en la piel hasta los artículos de puericultura de su habitación, garantizar una vida sin peligros para nuestros pequeños nos lleva a investigar el tema de hoy: ¿hay sustancias químicas en los juguetes de nuestros hijos y qué podemos hacer al respecto?
Los niños siempre están cerca de sus juguetes: juegan, los abrazan e incluso los mastican. Pero durante el recreo, nuestros hijos inhalan las sustancias químicas que desprenden los juguetes sintéticos. Es esta preocupación la que subyace a nuestra intención de profundizar en el asunto: ¿cuáles son los mayores peligros de los juguetes infantiles y qué solución podemos encontrar?
¿Cuáles son las sustancias químicas más comunes en los juguetes infantiles?
Según una investigación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), 25% de los juguetes infantiles contienen sustancias químicas nocivas. Como puede imaginarse, la mayoría de los juguetes están hechos de plásticoPor ello, los grupos de materiales analizados se dividieron en: plástico duro, plástico blando, espuma de plástico y materiales no plásticos (madera, textiles, etc.). De las 419 sustancias químicas presentes en los materiales plásticos de los juguetes infantiles, 126 pueden ser perjudiciales para la salud de los niños. estudiar reclamaciones.
Sustituir estas 126 sustancias químicas por alternativas más seguras debería ser una prioridad de una sociedad sana. La lista incluye muchos aditivos tóxicos utilizados en juguetes de plástico para proporcionar niveles específicos de dureza o elasticidad: plastificantes o suavizantes, pero también retardantes de llama, estabilizantes, colorantes y fragancias. Investiguemos los aditivos más preocupantes y sus efectos potencialmente nocivos: plastificantes, ignífugos y fragancias.
Plastificantes / Ftalatos
También conocidos como plastificantes, los ftalatos son un grupo de sustancias químicas utilizadas para hacer que los plásticos sean más duraderos o flexibles. La exposición puede provenir de numerosas fuentes, como suelos de vinilo, limpiadores domésticos, envases de alimentos, jabones corporales, champús y otros cosméticos o productos de cuidado personal.
Algunos ftalatos están relacionados con enfermedades como el asma, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, el cáncer de mama, problemas de neurodesarrollo, obesidad, diabetes de tipo II, trastornos del espectro autista y problemas de fertilidad. El bisfenol A (BPA) y los bifenilos policlorados (PCB) han sido identificados como alteradores endocrinos que interfieren en la función hormonal normal.
Muchos estudios han indicado que las empresas deben proceder con cautela al utilizar cualquier sustancia química de la clase de los ftalatos, especialmente cuando los productos son utilizados por mujeres embarazadas o niños pequeños, a quienes la investigación señala como los más vulnerables a los efectos de los ftalatos. Los bebés y los niños son mucho más sensibles a la exposición a los ftalatos por varias razones, como su rápido ritmo metabólico y el rápido crecimiento de sus órganos y tejidos.
Algunos países han establecido normativas relativas a los ftalatos, sobre todo los utilizados en juguetes infantiles. Sin embargo, se necesitan más medidas de control y sustitución de los ftalatos, ya que muchos juguetes importados proceden de países donde no se aplica la normativa.
Retardantes de llama
Otras sustancias químicas utilizadas con frecuencia en los juguetes infantiles son los retardantes de llama. Se utilizan en productos de consumo desde los años 70 para evitar la ignición, normalmente en productos que pueden inflamarse, como muebles tapizados, productos para bebés, textiles, productos electrónicos y muchos más. Aunque no está demostrado que todos los retardantes presenten riesgos para la salud, los científicos han expresado su preocupación por las fórmulas que contienen cloro, bromo o fósforo.
La intención de los retardantes de llama es mantener la seguridad. Por desgracia, no es así, ya que ciertos retardantes de llama provocan alteraciones en el sistema inmunitario, endocrino y tiroideo, toxicidad reproductiva, cáncer y efectos adversos en el desarrollo fetal e infantil. Otros efectos secundarios pueden incluir problemas de comportamiento en niños pequeños, como hiperactividad, agresividad y acoso escolar.
Los juguetes emiten las sustancias químicas al aire que respiramos, penetran en la piel o se depositan en el polvo. Los retardantes de llama son habituales en tiendas de campaña, vehículos de juguete, juguetes acuáticos, peluches y productos infantiles de espuma que los niños pueden mancharse las manos y llevarse a la boca. Sin embargo, como la mayoría de los juguetes de plástico no llevan etiquetas sobre su contenido químico, los padres no pueden estar seguros de si un artículo es nocivo.
Aunque numerosos retardantes de llama se han relacionado con efectos graves para la salud, los reguladores federales no han prohibido su uso en todos los productos. Cuando una sustancia química plantea problemas, los fabricantes dejan de utilizarla en un producto y buscan un sustituto con propiedades similares. Por lo general, la nueva sustancia química no cuenta con una evaluación científica que la respalde.
Para asegurarse de que los juguetes de sus hijos no son peligrosos, puede buscar materiales orgánicos certificados o buscar una etiqueta que indique claramente que el producto NO contiene retardantes de llama añadidos. Una alternativa saludable serían los juguetes de lana, ya que la lana es ignífuga por naturaleza. A diferencia del nailon y el poliéster, la lana no se inflama ni se derrite. Es el único material al que la ley no obliga a rociar con retardantes del fuego.
Fragancias
Lo que más preocupa de las fragancias es que puedan provocar alergias, que pueden durar toda la vida. Por eso en Europa están prohibidas las fragancias con atranol, cloroatranol y carbonato de metilheptina en juguetes y materiales para juguetes. Muchas otras fragancias alergénicas, si están presentes en más de 100 mg/kg, tienen que etiquetarse en el juguete o en su envase.
Las fragancias varían en volatilidad, y sus emisiones químicas tienen diferentes potencias. Las temperaturas más altas en la habitación también son una variable que provoca más emisiones de compuestos orgánicos volátiles (COV). Los COV son compuestos nocivos que se emiten en forma de gas a partir de sólidos o líquidos. Los síntomas de la exposición a COV pueden ir desde dolores de cabeza hasta náuseas y reacciones alérgicas cutáneas. Para evitar los COV, los científicos recomiendan comprar juguetes sin fragancias.
Si compra un juguete con olor, desembale el producto y déjelo en un lugar ventilado durante unos días antes de dejar que el niño juegue con él. Si su hijo es menor de 3 años, busque una etiqueta que indique que el producto es apto para niños menores de 3 años.
¿Cuáles son los efectos psicológicos de los colores de los juguetes?
Los entornos infantiles suelen diseñarse muy coloridos con la intención de estimular al niño. Sin embargo, la saturación de colores conduce a la sobreestimulación y a problemas de comportamiento. Las investigaciones indican que, en comparación con una superficie de juego no colorida, una colorida interfiere en el juego estructurado de los niños y provoca interrupciones en la ejecución de las tareas.
Estos procesos de interrupción se manifiestan en comportamientos patológicos de los niños, como apartar la mirada o acercar la cabeza a la superficie de trabajo, y declaraciones que indican frustración o sentimiento de incompetencia, dejar caer o perder piezas del juego que tienen delante. La sobrecarga sensorial conduce al secuestro de la atención e interfiere en la capacidad del niño para completar una tarea.
Según estudios empíricos de psicología del desarrollo, la capacidad de controlar voluntariamente la atención está poco desarrollada en los niños en edad preescolar. Por ejemplo, los niños de 3-4 años muestran un menor control voluntario de la atención que los de 5 años. Por lo tanto, para adquirir un mejor control de la atención, los niños pequeños no deben distraerse con un exceso de tono y brillo.
Todo es cuestión de equilibrio y de elegir los colores adecuados para la edad del niño. En los primeros meses, cuando los ojos de los bebés aún no se han desarrollado del todo, lo mejor es utilizar el negro, el blanco y el gris en diferentes patrones y formas para ofrecerles una experiencia visual fuerte y contrastada sin sobreestimularles. Estos colores destacan en su campo de visión. A partir del tercer mes, los bebés prefieren los colores primarios, y a los 7 meses puedes empezar a introducir gradualmente la mayoría de colores y tonos. Después del primer año, puedes empezar a estimular el desarrollo cognitivo utilizando todos los colores y tonalidades.
Ten en cuenta que el color también afecta al estado de ánimo y al comportamiento, y que un exceso de estimulación puede provocar mal humor y malos resultados en el aprendizaje. Hay momentos en los que los colores vivos atraen y estimulan al niño, y momentos en los que los colores apagados dejan espacio para la reflexión y la contemplación.
¿Cuál es una opción saludable para los juguetes de sus hijos?
Hay más de un peligro oculto en los juguetes de nuestros hijos que hay que tener en cuenta a la hora de comprar o aceptar un regalo. El mercado está sobrecargado de juguetes de plástico que contienen sustancias químicas aún por estudiar a fondo. Los científicos alertan de que estas sustancias químicas pueden estar relacionadas con el cáncer y la infertilidad.
Tenga en cuenta cuánto tiempo juega un niño con un juguete -si se lo mete en la boca- y el número de juguetes que hay en su habitación. Un buen consejo es ventilar a menudo las habitaciones de los niños para evitar la exposición y el riesgo de inhalar sustancias químicas peligrosas emitidas por los juguetes de plástico.
Los niños de los países occidentales poseen una media de 18 kilos de juguetes de plástico. Sería difícil evitar todos los juguetes de plástico hasta que los organismos reguladores incluyan todas las sustancias. En general, se aconseja evitar los juguetes de plástico blando y los materiales de plástico blando, ya que provocan una mayor exposición a sustancias químicas nocivas que los juguetes de plástico duro. Identificar posibles alternativas a los materiales plásticos proporcionará un tiempo de juego más seguro y saludable.
La alternativa: Juguetes naturales
Creemos que los juguetes más seguros no sólo son posibles, ¡sino que tú y tu hijo podéis crearlos por vuestra cuenta! Hemos diseñado un pack DIY para animales de peluche de lana que permitirá a tu hijo aprender, jugar y disfrutar de los frutos de su trabajo. La caja contiene 3 plantillas de animales, 3 piezas de tejido natural y suficiente relleno de lana virgen para rellenar y crear los esponjosos juguetes; instrucciones paso a paso, aguja e hilo.
Estos bonitos y esponjosos juguetes están hechos de lana natural y tejidos naturales duraderos, son hipoalergénicos, no contienen compuestos orgánicos volátiles y no contienen productos químicos ni sintéticos. Por fin su hijo podrá jugar de forma segura y alejado de los efectos nocivos de las toxinas presentes en los plásticos. Con todos los colores naturales, le ofrecemos una alternativa sencilla: juguetes minimalistas que darán a su hijo la oportunidad de usar su imaginación y creatividad.
Оuestra dedicación a largo plazo a ser RESIDUO CERO siempre ha sido un manantial de creatividad. Los peluches de lana DIY son otra de nuestras soluciones para que los pequeños restos de tela encuentren su aplicación, proporcionando una actividad educativa y divertida para los niños. Además, son biodegradables al final de su ciclo de vida.
Las sustancias químicas utilizadas en los juguetes de plástico pueden suponer un riesgo no desdeñable para la salud de los niños. Es la voluntad de hacer una elección consciente lo que nos llevó a buscar mejores soluciones. Ofrecemos una alternativa mucho más ecológica, proporcionada por la naturaleza. Todo lo que necesitas es lana. ❤
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